Las Emociones en edad adulta
En esta ocasión voy a hablarte sobre cómo considero que uno debiera situarse ante su propia realidad emocional y ante la realidad emocional de las personas con las que te relacionas, o lo que es lo mismo, sobre cuál es tu responsabilidad para con tu realidad emocional y sobre cuál es tu responsabilidad para con la realidad emocional de aquellas personas con las que te relacionas.
En otro video del Canal comenté que de emociones puras tenemos 4: el miedo, la agresividad, la tristeza y la alegría. También comenté que cuando se mezclan entre sí pueden conformar estados emocionales que realmente pueden ser dañinos, tanto en la relación que estableces contigo mismo como en la relación que estableces con los demás. ¿Por qué se producen estas mezclas emocionales que pueden derivar en destrucción, odio, envidia, celos, venganza, euforia y un largo etcétera de cócteles emocionales?
Porque a lo largo del desarrollo humano, que abarca la infancia y la adolescencia, las necesidades instintivas que se despliegan, reciben buenas dosis de insatisfacción y de frustración sin que ese proceso sea acompañado, o bien esas necesidades son agredidas directamente y las emociones son duramente reprimidas. Cuando las necesidades y las emociones infantiles han sido tratadas así, esto conlleva un daño, un dolor que no puede ser procesado, y las emociones se mezclan entre sí unas con otras, armando cócteles emocionales dañinos que pervierten la función natural de las emociones, que es la de gestionar la satisfacción de las necesidades. Las emociones pervertidas de esta forma suelen ir acompañadas de mucho sufrimiento, que podemos proyectar con todo el derecho en nuestras relaciones generando auténticos líos y destrozos. Próximamente publicaré otro video sobre la manipulación que se puede ejercer, por ejemplo, desde estos líos emocionales.
Con lo visto hasta aquí, desde mi punto de vista es necesario desentrañar todo este caos para vivir mínimamente en paz. Las necesidades insatisfechas y carentes, así como las emociones que se han mezclado entre sí y que están pendientes de procesar generando también pensamiento con base en ellas, nos dificultan y no nos permiten conectarnos a nosotros mismos y conectarnos al otro. Pero al mismo tiempo son y pueden ser un puente para conectarnos a nosotros mismos y al otro. Ese puente separa y une, depende de cada uno lo que decida hacer con ese puente.
¿Qué acostumbramos a hacer con todo ese pastel si no lo aprovechamos como puente en la vida adulta, sino que permanecemos en círculos viciosos? Hay muchas entradas a círculos emocionales viciosos. Una por ejemplo puede ser hacerse adicto a cualquier actividad, pensamiento o forma de relacionarme en que perjudico o resulto perjudicado; otro círculo vicioso puede ser proyectar todo ese pastel que cargo en mis hijos de muchas y variadas formas, ya sea de una manera más clara o de una manera más sutil. Este pastel también lo puedo descargar en mis relaciones, culpando al otro para que el pastel en alguna medida circule cuando ha llegado a un determinado grado de saturación; otra forma de afrontar toda esa carga es tratar de controlarla desde la mente, aunque la mente no da para tanto y si por alguna circunstancia la carga energética aumenta más de lo que puedo sostener, rápidamente saltan los plomos y se cae en algún tipo de descontrol en forma de actitud o actividad dañina; los hay también que se vuelan a menudo desde la religión, el mundo espiritual y la new age, desconectándose de su cuerpo ante cualquier sensación desagradable… y también los hay que a partir de los conflictos que se generan en sus relaciones pueden ir drenando esa carga y así van aprendiendo, si lo aprenden, nuevas maneras de estar en ese caos emocional. Así vemos cómo realmente cada uno hace lo que puede y lo que quiere con todo esto.
Lo que yo he podido comprobar desde el espacio terapéutico es que cuando has realizado un proceso terapéutico consistente y has logrado drenar en buena medida esas cargas aprendiendo a situarte en lugares nuevos… es decir, cuando te has enfrentado a tus miedos más profundos por ejemplo, vas dejando de tenerles tanto miedo, incluso puedes dejar de tener miedo, sobre todo a cuestiones que no tienen nada que ver con la realidad; asimismo, cuando has llorado lo suficiente, desde los orígenes de tu tristeza, desde lo que no lloraste porque no había nadie que te acogiera, entonces aprendes a soltar y a procesar tus duelos, así como a asumir tus frustraciones y a sostener tu realidad interna; de la misma manera, cuando te has enfadado lo suficiente como para saber que no eres ningún santo ni ninguna santa, ni falta que te hace, cuando sabes que llevas un monstruo dentro, mejor o peor disimulado que puede actuar contra ti y contra otros, de alguna forma aprendes a relacionarte con él, así como a defenderte de agresiones y manipulaciones manteniendo la conexión contigo mismo.
Con todo esto quiero decir que en la vida adulta es responsabilidad de cada uno asumir y sostener sus propias reacciones emocionales y sus propias frustraciones. Cargar a nuestras relaciones con nuestras necesidades, con nuestras frustraciones y con nuestras cargas emocionales tiene precisamente ese efecto, o bien cargárselas, que en algunas circunstancias será necesario aunque en la mayoría no, o bien convertirlas en tóxicas porque convertimos al otro en el vertedero o contenedor de alguien que no puede sostenerse por sí mismo. De este modo, el que hace de vertedero también se tomará derecho o se adjudicará algo a cambio. Evidentemente me estoy refiriendo a dinámicas relacionales que se establecen desde estas bases. Por supuesto que somos seres vulnerables que en momentos dados necesitamos que el otro esté ahí para acompañarnos; lo que no es saludable a nivel relacional es que se establezca como dinámica. Tema aparte son los padres y madres que utilizan a sus hijos para que les hagan de los padres y madres que no tuvieron. Eso ya es el mundo al revés, con consecuencias que dan para otro video. Un niño no es responsable de esa irresponsabilidad adulta, no le pertoca en absoluto.
En definitiva, cuando las necesidades y las cargas emocionales de cada cual son insostenibles, es necesario pedir ayuda a un profesional para hacernos responsables de lo que nos pasa y no cargarlo en nuestras relaciones. Cada uno es responsable de satisfacer sus necesidades, de gestionar y sostener sus propias emociones, y cada uno es responsable también de ponerle un límite al otro, así como de ponerse un límite a sí mismo cuando la situación lo requiere. Si eso no lo sabemos hacer porque durante nuestro desarrollo no nos lo enseñaron, por tanto no lo aprendimos, cada cual es responsable de hacer algo con ello en algún momento de su edad adulta.