Los límites en las Relaciones Tóxicas

27.12.2023


Es necesario partir del principio básico de que cuando una relación es tóxica, es porque esa relación te intoxica, o lo que es lo mismo, te produce un cierto malestar. A partir de ahí, eso no quiere decir que el otro, quien sea, sea un tóxico, eso quiere decir que tú permites que esa toxicidad entre en ti porque posiblemente no aprendiste a situarte. Por tanto, partimos siempre de tu responsabilidad, es decir, de que tú te responsabilices de ti mismo, no andes buscando culpables o salvadores, y te sitúes ante quien haga falta para que eso que no te sienta bien del otro, no entre en ti e invada tu espacio personal. Porque tú podrías hablar de lo que te pasa en esa relación despotricando con tus amigos y amigas, y chismear y decir todo lo tóxico que es quien sea, pero desde ese lugar, tú no aprendes nada, más bien al contrario, también estarías intoxicando tu ambiente, aunque te sientas un poco más liviano y descargado. Si has aprendido a situarte como te corresponde en tus relaciones, pues ahí evidentemente tú habrás crecido. Asimismo, también será interesante que puedas verte y valorar en qué medida tú también puedes estar colaborando en que esa relación sea tóxica. Ya sé que esto puede ser difícil de escuchar, pero también es necesario que te lo plantees.

Si tiramos del hilo de lo que se considera una relación tóxica, podríamos definir a esa relación como una relación que nos engancha y nos atrapa, a pesar de que nos haga mal. Como si nos quedáramos adictos. Por mal que nos sienta, a veces nos sienta muy bien, o tenemos el recuerdo de haber estado muy bien con esa persona, pero ese muy bien, realmente es tan escaso, que nos engancha anhelando que de nuevo vuelva a ser así en algún momento. Como decía, más allá de estas relaciones tóxicas de tipo adictivas, también se pueden observar rasgos y dinámicas tóxicas en muchísimas relaciones. Aunque podría enfocarme más en una o en otra, he decidido enfocarme en el rasgo que define a ambas, que evidentemente es la toxicidad que generan. Toxicidad va unida a confusión y a falta de claridad. Esa toxicidad puede avanzar y expandirse en cualquier relación, cuando no logramos o no sabemos comunicar y poner un límite, un freno. Si tuviéramos realmente claros los límites respecto a la cuestión que sea que nos genera malestar, la toxicidad también se vería delimitada.

Ahora bien, si nos situamos en una relación cualquiera que pueda tener alguna característica tóxica, ¿qué suele suceder ante la posibilidad de ponerle límites al otro sobre la cuestión que sea? Esto que te explico puede servirte para cualquier situación en que tus límites son traspasados, confundidos o cuestionados en cualquier relación que mantengas. Es evidente que cada relación y cada situación tendrá unos matices muy concretos que será preciso abordar de manera muy particular y individualizada. Yo aquí no puedo abordar todos esos matices, en esta entrega lo que pretendo es que conozcas y entiendas unos principios básicos que a menudo no tenemos integrados cuando nos relacionamos. Si precisas de una ayuda más concreta, puedes ponerte en contacto conmigo.

¿Qué suele suceder ante la posibilidad de ponerle límites al otro? Lo primero que puede pasar es que le tengamos miedo al conflicto. Esto por un lado está bien, porque si tengo miedo al conflicto me puedo dar el tiempo de sostener lo que está sucediendo y ver si se puede reconducir. A partir de un determinado momento, si la situación no se puede reconducir, entonces sí puede ser necesario hablar claro con la otra persona para que ambos nos podamos sentir bien en esa relación. Asimismo, cuando yo sitúo mis límites, sobre todo en una relación en que esos límites ya han sido traspasados, por una cuestión de territorialidad en que ese terreno ya te ha sido ganado, pués evidentemente va a haber conflicto, el otro va a querer defender su terreno ganado. Ciertamente, aunque le tengas miedo al conflicto, el conflicto ya estaba presente, pero lo tenías tú contigo misma, contigo mismo, por callarte y no decir nada, por no expresarte. Entonces, situando los límites, lo que haces es exteriorizar ese conflicto que ya estaba en tu interior, y lo sitúas en la realidad de la relación para que de alguna forma se procese y tú puedas sentirte mejor en esa relación.

En este contexto en que no puedo situar los límites, cuando no sé cómo hacerlo porque por ejemplo, tengo miedo de que el otro se enfade, o tengo miedo de que quizá sea yo quien pierda los papeles, en ese contexto en que demoro y demoro la comunicación, ¿qué más da que yo o quien sea te diga lo que tienes que hacer, si tú tienes miedo a situarte? A lo mejor haces lo que te dicen desde ese miedo y finalmente sucede lo que temías, que es lo más probable. Si no has podido comprender y procesar en alguna medida esos miedos que tienes a situarte, te situarás desde esos miedos y desde el sentir que lo tuyo no es tan importante, y ahí te será muy difícil sostenerte y que la comunicación te sirva de algo. En ese sentido ahora está de moda el mal llamado "empoderamiento", pasando por encima de ese miedo y actuando al mismo tiempo desde él sin responsabilizarse de nada. Por tanto, antes que nada, es necesario abordar ese miedo, que también puede ser un miedo a perder al otro, por ejemplo.

El miedo a perder al otro o a perder la relación con el otro es uno de los grandes miedos del ser humano. Lo llevamos inscrito desde nuestra infancia ante cualquier conflicto que pudiera aflorar ante nuestros padres. En su momento, muy probablemente preferimos perdernos a nosotros mismos que perderlos a ellos por una cuestión de supervivencia. En la vida adulta, hay un momento en que ante esa posibilidad no me queda otra que afrontar lo que me pasa a mí, si pierdo al otro tras el conflicto. Ahí también es importante que cada cual pueda irse haciendo fuerte aprendiendo a estar con esas posibles pérdidas, porque si no, también será muy difícil que salgas de relaciones dependientes, tóxicas o de cualquier otro tipo en que no te sientes bien.

Consideremos que has transitado un proceso en que has podido tomar conciencia de los miedos que no te permiten situarte con garantías en tus relaciones, los has podido sentir en alguna medida, y has podido sentir también la rabia y la tristeza que también pueden haber mezcladas con ese miedo. Asimismo, has visto los orígenes de esa dificultad que tienes, te empiezas a sentir con el derecho a defender tus posiciones, y a partir de un determinado momento decides plantearle al otro lo que no te parece de recibo. Bien. Ahí el otro le puede restar importancia a esos límites que tú pones, por ejemplo, diciéndote: "¡ay, no es para tanto!", "cómo te pones…", "eres un exagerado, una exagerada…", o "no te lo tomes todo tan a lo personal"… por poner solo algunos ejemplos.

En ese contexto, para que tú te puedas hacer fuerte, tendrás que ir desarrollando la capacidad de afirmarte en lo que para ti es importante, que el otro no atiende o devalúa, hasta que en algún momento el otro pueda o quiera verte. Porque a lo mejor el otro "pasa" de tus límites, sigue haciendo lo mismo, incluso además puede culparte o etiquetarte de persona complicada, difícil, que tienes un problema, o cosas así. A partir de ahí es importante que tú te mantengas en tu posición y persistas en lo tuyo, porque estás convencido de ello y estás convencido de tu derecho a expresar lo que expresas, hasta que el otro te vea y te considere. En función de la respuesta del otro y de si te quiere tomar en cuenta o no, pues tomarás la decisión que mejor consideres. La solución "fácil", porque aparentemente se carga el problema de un plumazo, es abandonar la relación. En función de la situación, eso puede ser una decisión necesaria, o puede ser una decisión precipitada. Porque ahí también hay puntos medios en que por ejemplo, puede marcarse una mayor distancia con esa persona sin romper la relación, y dar tiempo y espacio para que el otro también haga su proceso. En fin, hay muchas posibilidades en las que no entraré. Si lo has intentado una y otra vez, y aquello se sigue repitiendo y no hay forma, ni por tu parte ni por la del otro, pues evidentemente habrá un momento en que tendrás que cuidarte.

Otra respuesta que te puede dar el otro ante los límites que tú sitúas, puede ser decirte algo así como "era broma, no te lo tomes así"… En ese caso, si lo que dijo era una broma pero a ti no te sentó bien, eso para ti no era ninguna broma. Una broma es algo que hace gracia al que la emite y al que la recibe. En la sociedad en que vivimos, en algunos círculos parece normal agredir con la palabra mediante ironías y bromas aparentes, que tratan de tapar lo que de verdad sucede en la relación. Esto habla básicamente de la superficialidad, la desconexión y la toxicidad normalizada con la que nos relacionamos. Si a ti esa broma del otro no te ha hecho ninguna gracia, pues evidentemente eso no es una broma y ahí te tendrás que situar con todo el derecho para que al otro le lleguen tus límites.

Otra respuesta que te puedes encontrar cuando te sitúas es que el otro niegue lo que está sucediendo, que niegue lo que dices, o que niegue los hechos. Ahí tendrás que agarrarte a la realidad y sostener tu planteamiento, porque negar una realidad objetiva es negar una verdad, y con mentiras es imposible que una relación sana se sostenga desde unas bases mínimas de confianza. La confianza ciega es eso, ciega, pero eso es todo lo contrario al sentido de la confianza, que precisa de madurez y verdad para llamarse como tal. En las relaciones más tóxicas se encuentran auténticos artistas de la mentira, del drama y de la manipulación en que será necesario que aprendas a situarte para no dejarte marear. Con esto quiero decir que el otro puede querer mentirse a sí mismo, y como consecuencia mentirte a ti también, pero depende de ti el no caer en esa trampa.

Otro tipo de respuesta que puedes encontrarte ante estas situaciones… es que el otro cambie de tema tratando de despistarte de lo que estás comunicando y de lo que es importante para ti. Incluso puede darle la vuelta y ocupar todo el espacio con aquello que ha sido ofensivo para él obviando lo tuyo. Ahí también es evidente que deberás aprender a darle importancia a lo tuyo, defenderlo y ocupar tu espacio. Aquí voy a abrir un paréntesis. En todos estos casos que comento te pediría que, en algún momento, tú también te sitúes del otro lado. Quiero decir, que también te puedas situar en el lugar del que no atiende los límites que trata de situarte el otro. Es decir, ¿tú escuchas? ¿atiendes los límites del otro? ¿Cómo te sitúas ahí? Porque esto de la toxicidad en las relaciones es una dinámica generalizada en la que, en función de lo que nos toque que nos esté diciendo el otro, todos nos defendemos con uñas y dientes si es preciso, y no atendemos ni reconocemos nada de lo que el otro nos está comunicando. Si nos podemos situar también del otro lado, sin perder el nuestro, por supuesto, quizá en algún momento podamos ver que el otro tiene mucho más que ver con nosotros mismos de lo que nos pensamos.

En otros casos tú puedes situar tus límites y el otro se enfada. Ahí también tendrás que situarte, escuchando lo que el otro te dice, y si es necesario enfadándote. Mostrando tu tristeza también se ha demostrado que el otro puede ver tus límites, sobre todo en relaciones de largo plazo más vinculares, aunque ahí también puede haber mucha manipulación para que dejes de lado lo tuyo y te ocupes de lo del otro; tendrás que ver y valorar si la tristeza que expresa el otro es una tristeza real o no. Para discernir esto necesitarás un cierto nivel de experiencia y de discernimiento para sentir y valorar si aquello es verdad o mentira.. Por otro lado, señalar también que ojalá pudiéramos estar en los conflictos desde una comunicación no violenta, que ahora está bastante de moda. Siempre que pueda ser así, pues fantástico. No obstante, la realidad nos muestra que muchas veces eso no puede ser así. Entonces es preciso que estemos con lo que haya, si es preciso con las cargas emocionales de cada uno hasta llegar a encontrarse en algún momento. Para ello, muchas veces es preciso tiempo, pero sobre todo valorar esa relación a pesar de las taras que todos tenemos, y que cada cual pueda responsabilizarse de su parte.

El universo de las relaciones humanas es tan complejo que en muchas ocasiones el otro puede estar haciendo o diciéndote algo desagradable o que puede ser dañino para ti, como respuesta a algo que tú has dicho o hecho con anterioridad. Es decir, en lugar de expresarte aquello que le ha dolido o que le ha desagradado, responde haciendo algo que a ti te puede doler o desagradar. Esto es evidente que también es una actitud tóxica, confusa, poco clara, que intoxica y complica las relaciones, y que será necesario aclarar.

Dentro del conflicto también puedes mostrar tu dolor y tu vulnerabilidad si consideras que te puedes exponer. A veces se llega ahí después de una fuerte discusión, que como decía, también puede ser necesaria a veces. Si finalmente nos queremos encontrar con el otro, y realmente nos queremos conectar y profundizar en la relación, en algún momento será interesante compartir ese dolor y esa vulnerabilidad si consideramos que la relación en la que estamos es importante, por tanto nos importa, y queremos preservarla. Si no nos podemos decir la verdad, si no podemos escuchar realmente lo que el otro nos dice, que el otro también nos escuche y nos dé alguna respuesta satisfactoria, y que nosotros podamos dar una respuesta que al otro le deje en alguna medida tranquilo con lo suyo. si no podemos hacer eso, la relación tiene muchos números para irse desarrollando con cada vez mayores distancias, y con desconfianzas y luchas de poder que pueden ir generando, con el tiempo, conflictos de cada vez mayor envergadura. Este es un aprendizaje para toda la vida, siempre hay algo que aprender en este sentido si estás dispuesto a ello.